10 años, esa edad en la que el tiempo se pasa entre el colegio, deportes, videojuegos… pero también algo empieza a cambiar, empiezas a sentirte como un individuo dentro de la sociedad, tu curiosidad se agudiza y comienzas una etapa de crecimiento personal.
Mayo es el mes de las comuniones y no siempre deseamos que nuestros hijos tengan la obligación de celebrar esta entrada en una etapa nueva de su evolución personal con una ceremonia centrada en los preceptos o sacramentos religiosos.
Muchas veces accedemos a ella para que no se sienta excluido ante sus compañeros de colegio y por falta de alternativas laicas. La Ceremonia de Enraizamiento nos brinda esta oportunidad celebrando que nuestro hijo comienza a formar parte de la tierra y de la sociedad, desde una perspectiva humanista resaltando la importancia tanto de lo común y de lo colectivo.
Juan opina “Siempre pensamos que la comunión no cumplia nuestros valores, pero vimos que la celebración de enraizamiento era la alternativa que se adaptaba a nuestos pensamientos, y decidimos que nuestro hijo pudiera disfrutar de la misma forma que sus compañeros de colegio”